Cuatro horas. Al estilo de su admirada Marilyn Monroe, Mariah Carey no tiene reparos en hacerse esperar. Dan las 11 de la noche de un lluvioso día neoyorquino cuando una asistente anuncia que Carey recibirá, al fin, a XLSemanal.
En la suite donde se celebrará la entrevista, sin embargo, no hay rastro de ella. El aire acondicionado está al máximo no, lo siguiente, y botellas de vino y champán descansan en una cubitera. Cuando aparece, pasados otros 15 minutos, el frío ya es insoportable. Ella, con escotazo, manga corta y sandalias de tacón, no parece estar de acuerdo. Antes de empezar, ofrece burbujas y una ayudante llena su copa. No parece ser la primera. En todo caso, ebria o sobria, Carey podría tirarse horas hablando.
Del lado turbio de la industria; del racismo vivido por la hija de un negro y una blanca — sus vecinos envenenaron a su perro e incendiaron el coche familiar —; o de cómo, con 19 años, conoció a Tommy Mottola, supercapo de Columbia Records, para ser lanzada a la estratosfera al precio de ceder el control de su carrera y de su vida entera. Ahora, a los 44, se siente libre. Madre de mellizos tras una complicadísima gestación, publica el 27 de mayo nuevo disco de autoafirmativo título. Me. I am Mariah… The elusive chanteuse [“Yo. Yo soy Mariah… La tonadillera esquiva”].
Hubo un tiempo en que cada canción y cada álbum que lanzaba eran número uno. Para usted, ¿será un fracaso no lograr otro bombazo con su nuevo trabajo?
Eso me da igual. A muchos artistas les gustaría decir: “¡Eh, una vez tuve un número uno!”, pero yo ni sé qué puesto han ocupado mis canciones en las listas. Lograr un número uno es subjetivo. Vale, un día tu canción es la más escuchada en la radio, ¿y qué?
¿Pensaba así cuando obtuvo el primero, hace 25 años?
A ver, no pienses que no estoy agradecida por mi éxito. Es fantástico, pero te contaré algo: muchos de mis números uno no están en la lista de mis 20 canciones favoritas. Durante un tiempo no era yo la que elegía qué single lanzar, porque entonces otros decidían por mí.
¿Se refiere a su exmarido, Tommy Mottola, capo de Sony Music por 15 años y el hombre que la descubrió?
Bueno, digamos que hubo un tiempo en que a nadie le importaba un pimiento mi opinión. Mi actitud era: “Vale, guay, haz lo que quieras.” Mira, llevo en este negocio 25 años. Empecé siendo una chavalita y me he codeado con los grandes. La gran lección es que todo lo relativo a mi música debe ser decisión mía. Es básico para ser libre como artista. No puedes confiar en la gente de la industria, que creen saberlo todo del negocio.
Dijo una vez que, en aquel tiempo, vivía esperando que alguien la secuestrara para escapar de todo aquello. ¿Nunca le dio miedo volver a casarse?
Al principio, sí; todo el concepto del matrimonio… Pero hoy estoy en un momento diferente. Ningún hombre volverá a robarme el espíritu. Soy feliz y sigo queriendo hacer cosas que me hagan feliz. Ahora yo decido.
Por cierto, se suponía que podría escuchar su nuevo disco antes de esta entrevista, pero ha cancelado la audición. ¿Tiene miedo de que se lo pirateen?
Es que no quiero que nadie empiece a decir que tal y que cual y bla-bla-bla… Estas canciones muestran quién soy hoy y quiero que los fans perciban por sí mismos todas mis emociones. Nadie lo escuchará hasta que salga a la luz. Tengo preparada toda una extravaganza, cariño.
En su vida actual hay un nuevo marido y dos mellizos. Moroccan y Monroe. ¿De eso hablará en su disco?
Hay una canción, “Supernatural,” que empieza con la señorita Monroe [su hija] cantando sobre la melodía: “Guu, guuu, guuuu.” Para su edad, posee un vibrato bien firme [se ríe]. Es toda una diva. Tengo una ecografía en que sale posando así [brazos en jarras y pierna estirada]. Y ahora, si le haces una foto, dice: “Voy a posar como mamá,” y se pone así. Y él es muy protector conmigo. No veas cómo imita a los de seguridad. “Venga, venga, chicos, rápido” [se ríe].
Durante años sostuvo que nunca tendría hijos. ¿Qué le hizo cambiar de opinión?
Conocer a Nick, mi marido. De niña, siempre decía: “Jamás me casaré ni tendré hijos.” Y ahora me pregunto: “¿Habría sido mejor para mí si mis padres hubieran seguido casados?”. Ni hablar. Fue difícil, crecí por mi cuenta; ya sabes, la menor de tres hermanos y con padres divorciados, pero ellos no eran felices juntos. Recuerdo, con nueve años, una promesa que me hice. Mi madre había discutido con su novio de entonces, de algún modo me metieron en medio y me dije: “Nunca olvides lo que siente un niño cuando a nadie le importa lo que siente.” Es como si tu opinión y tus sentimientos no significasen nada.
¿Recuerda con tristeza aquellos años?
A ver, en muchos sentidos mi infancia fue estupenda. Y en otros, no tanto. Pasé mucho tiempo sola, pero eso me ayudó a desarrollar mi voz. Y fui siempre la que cuidaba de los demás, desde antes de ganar dinero. Ahora, Roc y Roe [Roc and Roe, en inglés, suena a rock and roll] son la razón de mi existencia. Nadie les preguntó si les gusta mi estilo de vida, pero ahí están y todo es distinto. Tras un show ya no puedo decir: “Bueno, adiós, me voy a tomar algo por ahí.”
Shakira, que también fue madre hace poco, me dijo que con el embarazo su voz mejoró. ¿Le ocurrió algo así?
¿Shakira ha tenido un hijo? ¡Ah! Bueno, yo no sentí eso. Mi voz es muy sensible y delicada, pero puede ser Es muy divertido porque los críos me dicen: “¡Mamá, cantas muy alto! ¡Para, para!”.
¿Le mandan callar?
Sí [se ríe]. Pero les digo: “Mejor que se escuche bien, porque cuanto más fuerte suene, más ropas y juguetes tendréis. Así que ¡no me digáis que canto alto!” [se ríe]. Son geniales. No tienen filtros, dicen lo que piensan. Es estupendo.
¿La gente no suele decirle lo que realmente piensa?
Ah, no sé. Mis niños sí que se muestran tal y como son. ¿Sabes que subieron conmigo al escenario? Cuando estaba embarazada, canté para los Obama en su celebración navideña [se ríe]. Fueron los primeros en saber de mis mellizos, porque lo supe poco antes de verlos.
Con mellizos siempre es embarazo de riesgo. El suyo fue de los de mucho riesgo, ¿no?
Así es. Pero, pese a los problemas que tuve [sufrió preeclampsia, diabetes gestacional y tensión alta], siempre me sentí feliz y agradecida. No sé si sabes que antes perdí uno. Bueno, pues después de aquello llevé una vida más zen, con acupuntura y tal. Luego tomé progesterona hasta la semana diez para reducir la posibilidad de otro aborto.
Y vinieron dos de una vez…
[Se ríe]. Llevar dos bebés dentro es algo que no se puede explicar. No es solo que no te veas guapa e hinchada; lo que un embarazo puede hacerle a tu cuerpo es… Llegó un día en que no me podía levantar de la cama. Pensé que no volvería a caminar normal. No pasaré otro embarazo así.
Creo que convirtieron el paritorio en una discoteca…
[Se ríe]. No exageres. Nick llevó un equipo de sonido y, cuando estaban naciendo, pinchó “Fantasy,” mi canción, en la versión en vivo, para que resonaran los aplausos [se ríe].
Antes hablaba del presidente Obama. Él, como usted, tiene sangre blanca y negra…
Sí, su madre también era blanca. Es increíble tener un presidente que es birracial, como yo. La noche de su primera elección fue de las más emocionantes de mi vida. ¡Es que en los sesenta éramos ciudadanos de segunda! El mundo con Obama tampoco es perfecto, es imposible, siempre habrá racistas. Pero soy feliz por haber participado en su campaña y mis niños presumirán de que las primeras personas que los conocieron fueron el primer presidente negro y su hermosa primera dama.
¿De qué modo esa mezcla de razas afectó a su infancia?
Mucho. De niña, en los setenta, fue algo muy difícil, la gente puede hacer cosas terribles, pero bueno… todo te curte. La gente me decía: “Chica blanca,” y yo respondía que yo no era eso. Con el tiempo aprendí a no dejar que me afecte lo que dicen los demás.
Cuando lanzó su primer disco y se puso a batir récords, tenía 20 años. ¿Cómo le afectaba lo que decían los demás?
Lo primero es que trabajé sin parar para conseguirlo. Eso te prepara para la vida, te ayuda a madurar. Pensé ayer en todo eso; en cómo he dedicado mi vida a llegar aquí y aún he de esforzarme para que la gente entienda adónde voy y lo que quiero hacer.
¿Se siente usted una diva?
Soy una mujer fuerte que trabaja muy duro para tener la vida que quiero. Si eso me hace una diva, pues vale.
Su madre cantaba ópera, ¿no pensó en seguir sus pasos?
Siempre me atrajo más el rhythm & blues. ¿Sabes cuando tus padres quieren que vayas en una dirección y tú vas por la contraria? Aunque siento todo el respeto por la ópera, porque sé la disciplina que conlleva.
¿Es eso, la disciplina, lo que la echó para atrás?
No. Yo tengo disciplina y ambición, pero siempre quise interpretar mis propias canciones. No sé si sabes que escribo mis canciones…
Sí.
Ah, es que hay mucha gente que no lo sabe.
Volviendo a su madre. Fue ella la que le introdujo el gusanillo de la música, ¿no?
Me enseñó mucho, pero la mayor contribución, aparte de la cuestión genética, claro, vino de mi padre por esa disciplina y ambición. A mi madre no le hará gracia esto, pero bueno, como se publicará en español, no se enterará [se ríe].
Su madre la crio, la enseñó a cantar…
Yo empecé a hablar y a cantar a la vez, y mi madre lo que sí hizo fue apoyarme todo el tiempo. Me dijo: “Tú vas a ser una estrella.” Sabía que tenía talento, me puso Mariah Carey pensando en darme un buen nombre artístico y me inculcó que podría hacer todo lo que me propusiera. Y mi padre, Alfred Roy Carey, como militar que era, fue un hombre estricto… y eso vino bien. No sé si sabes que trabajó en la NASA, fue ingeniero aeroespacial, de cohetes, en el proyecto del Apollo 11. Fue uno de los primeros negros que trabajó para la agencia espacial. Hizo lo que se le daba bien.
¿Y cuándo se fue de casa?
En realidad, mi madre se fue antes que yo. Se casó de nuevo cuando tenía unos 16 años, aunque yo ya trabajaba. Grababa mis demos, hacía de corista para otros artistas; vivía un poco como una vagabunda, durmiendo donde podía y esas cosas. Persiguiendo mi sueño, digamos.
Una última cuestión. ¿Actuará en España?
Me encantaría [mira entonces a una de sus ayudantes, al fondo de la suite]. “¿Tienes ahí la foto con mis fans españoles?”. [La mujer le pregunta. “¿La del día que fuiste al Museo del Prado?”]. ¿He ido yo al Museo del Prado? No sé, bueno… Esta foto que digo fue en un viaje muy glamuroso, cuando un amigo, mejor dicho, un examigo, me regaló un hermoso brazalete.
¿Se refiere a Luis Miguel?
Sí, bueno, tampoco un examigo, porque siempre será alguien muy especial para mí. El caso es que los fans españoles están llenos de pasión. Íbamos a Puerto Banús y tenían que cerrar el lugar. En Ronda, donde grabé hace años, había chicas haciendo guardia a la puerta del estudio durante días. Sí, me encanta España, sobre todo en verano. Y adoro Ibiza. ¡Las playas son tan hermosas!