Sentada en el sofá de un salón del un hotel en Beverly Hills, la gran diva saborea un expreso mientras su maquilladora le da los últimos retoques antes de posar para el fotógrafo. Venus Mimi, como la llaman sus amigos, se muestra contenta, relajada, de buen humor y con ganas de hablar de su último trabajo delante de la cámara, de cine, de su música, de su labor filantrópica (la cantante ha hecho generosas contribuciones a organizaciones como Fresh Air Fund, y Make a wish Foundation) y, por qué no, de su poco privilegiada infancia. Tras su papel en Precious, ahora saca al mercado Angeles Advocate, una colección de duetos con algunos de sus artistas favoritos.
¿Qué significa para usted volver a actuar?
Volver a expresar ese otro lado de mi creatividad que no he podido mostrar hasta ahora. Trabajar en Precious ha supuesto una extraordinaria oportunidad de sacar fuera esa otra parte de mí que llevo dentro.
¿Se identifica en algo con Precious, la protagonista del filme?
Yo diría que sí, porque de pequeña siempre me consideraba distinta a los demás. Cuando procedes de una familia interracial, mi padre es negro y mi madre blanca, es muy difícil integrarte en un grupo. La gente no te considera ni negra ni blanca, con lo cual me sentí siempre muy aislada.
¿Usted cómo se considera?
Mi madre me enseñó a contestar esta pregunta diciendo que soy multirracial. Este término se convirtió en birracial, y la gente que lo es teme decir que es mitad negra y mitad blanca y tiene que inventarse nombres exóticos para definirse o para sentirse más aceptado.
¿Cómo fue su infancia?
Mis padres se divorciaron y con mi madre viajé de un lado a otro, cambiando continuamente de colegio y viviendo con muy poco dinero. Fue una infancia muy difícil, digamos que no comí con cuchara de plata. De hecho, recuerdo estar sentada en el viejo y destartalado dodge de mi madre y ver cómo la gente iba en coches normales, y pensar: “Cuando sea mayor, no tendré un coche como éste, saldré de la pobreza y cantaré, que es lo que me hace feliz.” Vivi situaciones de las que no me atrevo a hablar en público; pero algún día escribiré sobre ello.
¿Por qué no lo hace ahora?
Porque muchas de las cosas que me ocurrieron en la infancia no fueron por culpa mía, sino por culpa de otras personas a las que no quisiera dañar con mis memorias. Pero poco a poco lo iré preparando, quizá con otros miembros de mi familia. El presidente de mi compañía discográfica quiere hacer un documental sobre mi vida y quiere hacerlo ahora. Entiendo sus motivos; pero he de hablar con otras personas y llegar a un acuerdo con ellas. No quiero peleas ni malos rollos con nadie.
Se tiene la percepción de que la suya es como la historia de Cenicienta.
Si, una percepción errónea. El príncipe azul resultó ser otra cosa. Tardé tiempo en darme cuenta; pero cuando lo hice, me aparté de una relación muy negativa. Cuando uno tiene éxito en la vida y las cosas le van bien profesionalmente, no cree merecerse todo lo bueno que le está pasando y se boicotea. Eso es lo que hice yo eligiendo la persona equivocada.
Se refiere a Tommy Mottola, su ex marido y promotor. Sin embargo, fue su hermano Morgan el que la ayudó al principio de su carrera…
Si, él fue quien pagó mi primera maqueta, 5.000 dólares de la época. Morgan siempre creyó en mí. Le decía a todo el mundo: “Mi hermanita algún día será una estrella.” Yo canto desde que empecé a hablar. Mi madre (Patricia Carey) era cantante de ópera. Se educó en la escuela Julliard y a los 16 años ya cantaba en el Lincoln Center de Nueva York.
Su madre es irlandesa, su padre afroamericano con raíces venezolanas, ¿cómo se conocieron?
Fue en Brooklyn Heights, cuando ella y una amiga trataban de dar con el paradero de Yul Brynner, que en la época parece que vivía por allí. Mi padre, que había estado en el ejército, llevaba la cabeza afeitada y aunque es de raza negra, tiene la piel muy blanca. Ella y su amiga le confundieron con Yul Brynner, hasta que otra amiga las sacó del error; pero eso sirvió para que se conocieran.
¿Qué ha aprendido de sus padres?
A tener fe en Dios. Mi madre solía decirme: “No digas si lo consigo, sino, cuando lo consiga.” Con ello reafirmaba mi voluntad por hacer las cosas lo mejor que sé y mi intención de conseguir mis objetivos en todos los aspectos de mi vida. Por esa razón he podido levantarme de todas las caídas y seguir adelante. Me considero una superviviente y una persona muy optimista. Nadie me tumba.
¿Es el mensaje que quiere hacer llegar a sus fans?
Sí, me encuentro en una posición en la que mi responsabilidad es dar buen ejemplo. Eso es algo que me tomo muy en serio. No quiero que piensen que la persona que escribe letras sobre no dejarse llevar por los malos momentos o las malas influencias, tira la toalla a la primera de cambio. Adoro a mis fans, siento un amor incondicional por ellos. Es como mi familia, no tengo hijos y si no los llegara a tener nunca, no me sentiría privada de ellos.
También se interesa por la gente menos privilegiada, por lo que se deduce de su labor filantrópica…
Ayudo en todo lo que puedo. A través de mi fundación, Camp Mariah, que está asociada a la Fresh Air Foundation, trato de ayudar a niños de barrios marginales en el estado de Nueva York, la mayoría de los cuales no han salido de su calle, a conocer otros lugares, otros niños, a pasar unas semanas en un campamento rodeados de naturaleza y a abrir los ojos a todo tipo de actividades que les pueda conducir a ejercer en el futuro una profesión. Aprenden fotografía, pintura, artesanía, canto, danza, descubren que tienen talentos que no conocían y eso me llena de satisfacción.
Volviendo a su deseo de la infancia, parece que lo ha conseguido y con creces. ¿Se siente satisfecha?
Mucho, estoy enormemente agradecida. Pasé del viejo Dogde al metro de Nueva York y más tarde a la limousine, la cual he donado a mi parroquia. No necesito tener un coche, lo uso solo para el trabajo. Eso sí, cuando viajo, lo hago en jet privado, por prescripción médica, me tengo que cuidar mucho la voz (risas).
¿Qué objetivos le quedan por alcanzar?
Ahora que estoy de nuevo casada, me gustaría formar una familia; pero como he dicho antes, si no puede ser, me conformo con seguir avanzando como artista y como ser humano. Este año iniciaré una gira de conciertos con mi nuevo álbum. Viajar tanto es duro; pero amo el contacto directo con el público.
Además de la música y el cine ¿tiene otros intereses comerciales como bebidas, cosméticos y perfumes?
Me encanta estar ocupada. Por otra parte, hay que ser realistas. La industria tradicional de la música está de capa caída. La venta de cd ha bajado drásticamente y todo ello porque los grandes ejecutivos de la industria musical no quisieron darse cuenta de cómo Internet iba a cambiar la forma en que los fans iban a consumir música. Así que los músicos y cantantes nos tenemos que buscar la vida para seguir trabajando en lo que nos gusta. Ahora mi música se escucha casi gratis, pero yo sigo ganando dinero haciendo otras cosas que me permiten seguir componiendo mis canciones y grabando nuevos álbumes. La creación no debería tener límites.