Está sentada en el salón del elegante y exclusivo penthouse del Claridges londinense. Acaba de llegar de Estados Unidos y está cansada. No lo oculta mientras esboza una cálida sonrisa aunque tenga frío. Por eso lleva un poncho de cachemir en color camel. De Gucci. La luz tenue y la voz pausada. Entorna los ojos de vez en cuando. Está descalza. Coloca cuidadosamente las piernas sobre el tresillo. Frente a frente con una cantante que ha vendido casi 200 millones de discos. Ahí es nada. Toda una diva de la canción en todo el sentido de la palabra, aunque, en esta ocasión, su presencia en Londres no tenga nada que ver con su voz, sino con la moda. Era su presentación como nueva imagen de Pinko.
Si le hablo en español, Mariah…
No lo hablo muy bien, la verdad.
Al menos lo he intentado.
(Risas.)
Viéndola aquí mismo, da la impresión de que se viste como se siente.
Efectivamente. Me visto dependiendo del día, de cómo me sienta en ese momento, de lo que vea, de lo que me inspire.
Pues sí que hay condicionantes.
Eso es precisamente lo que me encanta de Pinko, que puedes pasar de un vestido muy glamouroso a algo más moderno y cool.
Parece que la conexión es total.
Sí, porque me gusta mucho hacer ese tipo de transformaciones en cuanto a mi manera de vestir se refiere.
Mariah, ya ha pasado tiempo desde la época en la que usted trabajó en diferentes oficios antes de llegar a ser una estrella. Los recuerdos serán muchos.
Vivía día a día pensando en lo que iba a hacer en cada momento. Una vez que empecé a tener éxito, casi de inmediato tuve acceso a chófer y a otras cosas con las que antes ni soñaba.
Eso podía haberle cambiado.
Sí, pero interiormente soy la misma persona que antes de que ocurriese todo esto en mi vida. No ha cambiado nada de lo que siento sobre mí misma. Continúo trabajando mucho y duro, y simplemente le agradezco a Dios todo lo que tengo.
Da la sensación como si usted tuviese la necesidad de trabajar más que los demás.
Es algo que siempre he tenido entre “ceja y ceja” a lo largo de los diferentes períodos de mi vida.
Algún motivo tendría.
Yo me decía a mí misma: “Tienes que hacerlo tú sola.”
El esfuerzo ha merecido totalmente la pena, es obvio.
Hay gente que no lo piensa, pero criarse con un solo progenitor. en una familia de raza mixta, sin dinero y donde sólo tu madre creía en ti, te lleva a darte cuenta de que realmente hay que tener mucha fe.
Y tanto.
Primero la fe y luego llevar las cosas a cabo. Eso es lo que he hecho siempre.
Un poco como hasta donde su fe le lleve.
Le diré que, pase lo que pase, voy a Misa todo lo que puedo. Acudo a una iglesia muy humilde de Brooklyn (Nueva York) enfrente de unas viviendas sociales. Hay un sacerdote con el que puedes hablar a cualquier hora del día y de la noche. Un hombre muy, muy inteligente y una gran persona.
Si le parece, Mariah, vamos a hablar del matrimonio y si usted cree en él como institución.
Por supuesto que sí, pero para aquellas personas que realmente están hechas las unas para las otras y que no se van a divorciar.
Todo el mundo que se casa lo hace con la intención de que sea para siempre, seguro.
Cuando me casé era joven e ignorante y no me di cuenta de lo que estaba haciendo. Me arrepiento mucho de aquello y nunca volvería a hacerlo de semejante manera.
Usted parece una mujer muy romántica.
Creo que lo soy.
Mire, ya tiene algo ganado.
Me parecería genial que la gente pudiese casarse y mantenerse juntos toda la vida. Tener hijos y disfrutar de una vida maravillosa.
No pierda usted la esperanza.
Pues, la verdad. no sé si me pasará a mí.
Uno de sus lemas es “nunca abandones.”
Recuerdo que, cuando era pequeña, mi madre me decía: “Nunca digas ‘si tengo éxito,’ di ‘cuando tenga éxito’.”
Qué mejor forma de trans mitirseguridad a una persona.
Pienso que me quedé con la cantinela y esa frase se convirtió en mi lema. También hay que tener fe y seguridad en que las cosas van a salir bien.
Sí, pero puede desmoralizar ver que los resultados no llegan.
Ya, pero si no crees firmemente que puedes hacer algo, te hundes.
A lo mejor fue esa actitud la que le ayudó a salir de aquel período de su vida donde parece que usted llegó a tocar fondo.
En la vida tiene que haber momentos buenos y malos. No se puede ser feliz todos los días.
Eso está claro.
Porque de lo contrario, no apreciaríamos la felicidad. Creo que Dios no nos enfrenta a nada que no seamos capaces de superar. Aprendí una lección pasando por ello.
Dice que aprendió una lección.
Me refiero a la capacidad que tiene la prensa para hacer que las historias cobren vida propia. Pero con esto no quiero decir que odie a la prensa.
Me había asustado.
Tengo muchos amigos periodistas, en televisión y en diferentes medios. Pero, como te decía, aprendí a adentrarme en mi propia fe y a confiar en que Dios me sacaría de esa situación.
Su fe, siempre impulsándola…
Así es. Fíjate que hubo gente que pensó que como artista yo jamás saldría del sitio en que me encontraba. Incluso mi discográfica me despidió por sacar un disco que sólo vendió tres millones de copias en todo el mundo.
Hay muchos cantantes que ni siquiera llegan a vender tanto en toda su carrera.
Efectivamente. Lo que esto prueba es que si yo fui capaz de levantarme y de volver a estar en la brecha con cifras que realmente nadie consigue ya en el sector, el resto de la gente también puede hacerlo.
Las tres cualidades que tiene que tener un hombre para enamorarla.
Generosidad, sentido del humor y estabilidad.
A lo mejor me revelaría si está ahora en alguna relación.
Más o menos. No lo sé. Ya no hablo de eso. (Risas.)
Por lo menos, dígame si la volveremos a ver vestida de novia.
Ya veremos. No lo sé.
Y luego los hijos.
Sólo quiero tenerlos dentro del matrimonio. Ser hijo de famoso, ya es suficientemente duro y raro, y si vas a traer un hijo al mundo, por lo menos proporcionarle una base estable.
Será consciente de lo que significa haber vendido casi doscientos millones de discos.
Significa que mucha gente ha escuchado mi música. Este es un mundillo muy duro, donde el dinero se mueve hacia todos los lados, y no creo que el artista vea en ningún momento lo que tiene que ver.
Llegará un momento en que sí, Mariah.
Se hacen muchas locuras y mucha gente intenta aprovecharse de ti. Al principio, uno no se da cuenta, pero una vez que sí, le corresponde a cada uno cambiarlo.
De cualquier forma, debe usted sentirse bastante orgullosa de sí misma.
Sí que me siento orgullosa. Simplemente, hay que seguir intentando mejorar.
Porque mira que usted canta bien.
Gracias. Mi madre es cantante de ópera de origen irlandés y mi padre tenía una iglesia pentecostal en Harlem. Siento que es una mezcla de todo ello lo que me hace cantar así, parte de un don que Dios me ha dado.
No le quepa a usted ninguna duda.
(Risas.)
No me dirá usted que no es una mezcla exótica.
Sí, desde luego soy exótica — vuelve a reírse —. Creo que me dieron un lugar de partida muy inestable y que mi labor consistió en averiguar cómo estabilizarlo.
Pues pienso que lo ha conseguido totalmente, Mariah.
Sí. Aunque siempre tendré que seguir buscando esa estabilidad. Tengo el don de llegarle a la gente a través de los discos, y eso es fantástico.
Hemos hablado poco de su padre.
Murió hace cuatro años y lo pasé muy mal, pero fuimos capaces de superarlo, lo cual está bien.
La veo como en un momento muy bueno.
Sí, muy bueno, muy emocionante y con muchas oportunidades nuevas en las que estoy trabajando.
Si no me equivoco, está rodando una película.
Sí, en Albuquerque, con Lee Daniels, productor de Monster's Ball, la película con la que Halle Berry consiguió un Oscar. Quiero hacerlo lo mejor posible. Es un reto apasionante y yo sólo soy una más del grupo.
El triunfo suele enseñar algo.
Supongo que para triunfar, primero se tiene que haber perdido algo. De esa manera, aprendes a estar agradecido por todo.