Mariah Carey ha iniciado la transición al mundo del cine con paso firme pero cauto. Su primera película, Glitter, es un drama musical en el que interpreta a una joven cantante que se convierte en estrella. ¿Algo muy cercano a su propia experiencia? Según Mariah, nada en absoluto.
Su nuevo álbum, la banda sonora del filme, en el que ha estado trabajando hasta el último minuto, sale a la venta este mes, aunque el videoclip del primer single, “Loverboy,” ya se ha podido ver en todo el mundo. Aquí viene dispuesta a hablar de todo, excepto de su relación amorosa con el cantante mexicano Luis Miguel, con quien se rumorea que está prometida.
Llega a la cita muy cansada y, aunque su maquillaje lo disimula, su actitud lo hace evidente. Se derrumba en un sofá de su suite en el lujoso hotel Pierre de Nueva York y se disculpa.
“Siento no estar muy centrada, después de nueve millones de entrevistas y apariciones en televisión, sin dormir en tres semanas. Estoy cansadísima, pero aparte de eso, ¡uauuuu! — grita — estoy perfectamente.”
Para la historia de la película, ¿se inspiró en hechos de su vida?
No, para nada. Todo el mundo asume que, porque es la historia de una cantante y yo soy cantante, es la historia de mi vida, pero no tiene nada que ver conmigo. Es la historia de una chica que se llama Billie. Primero la vemos en su infancia, cuando la separan de su madre, que es adicta a las drogas. Su madre le promete que volverá a por ella. Le buscan a Billie una familia adoptiva, pero la madre no regresa nunca más. Cuando se hace mayor es cuando entro yo en escena, como la Billie adulta. Hay una historia de amor entre ella y un “disc-jockey,” y todas las decisiones que toma y los caminos que es coge son porque se siente abandonada por su madre y ella quiere comprender el porqué. O sea que esa no es mi vida en absoluto. Además la historia tiene lugar en 1982, cuando yo estaba casi en segundo curso! No tendría sentido. No soy yo para nada. Mi madre es la persona a la que me siento más cercana. Acabo de hablar con ella por teléfono hace cinco minutos. Yo crecí con mi madre. Tengo otra vida loca, que sería una gran historia para una película, pero no es esta.
Su madre, Patricia Hickey, americana de ascendencia irlandesa, era cantante de ópera en la New York City Opera. No sólo vivir en un hogar tan inclinado a la música tuvo una decisiva influencia en su carrera. También su nombre tiene un origen musical. Viene de la película La leyenda de la ciudad sin nombre, cuya canción “They call that wind Mariah” es la favorita de su madre.
¿Cómo influyó su madre en su formación como cantante?
Ella me enseñó cómo cantar. Empecé a hacerlo al mismo tiempo que aprendí a hablar. Pero nunca me dijo “tienes que educar la voz.” No me impuso una formación clásica. Ella hacía canto clásico, muy diferente a lo que yo hago. Pero nunca me forzó a seguir algo más formal.
¿Se sintió tentada alguna vez? Muchos afirman que con su tesitura (dicen que su voz abarca cinco escalas) y su voz hubiera tenido posibilidades como soprano…
Gracias… No, necesitas mucha preparación, y para mí la música viene del otro lado: no quiero sentirme preparada. Me gusta coger ideas de forma inesperada, cantar la misma canción de distinta manera cada vez. Y además yo soy autora de canciones casi antes que cantante y me gusta interpretar mis trabajos siempre de diferente manera.
¿Por qué decidió ambientar la película en los 80? ¿Le gusta la música de esa época?
El principio de los 80 es una época en la que yo crecí escuchando música. Tres años atrás algunos me decían que estaba loca, que la gente no estaba preparada para volver a los 80 y que sería mejor ambientarla en época actual. Y mire lo que está pasando ahora: los 80 han vuelto, la música, la moda… Sólo tiene que observar mi peinado (un poco a lo Farrah Fawcett aunque sin tanto volumen) y mi collar (una cadena con un enorme colgante dorado en el que se lee “Glitter”).
¿Qué le pareció su primera experiencia de rodaje?
Fue muy interesante, porque es muy diferente a lo que estaba acostumbrada. Yo controlo mucho mi música y como escribí las canciones para la película, tuve un poquito más de control sobre ella de lo que otra gente hubiera tenido. En la película que estoy rodando ahora es muy distinto, porque me presento, hago lo que tengo que hacer y me voy. Es una película independiente. Se llama Wise girls y la protagonista es Mira Sorvino. Es una gran experiencia, muy liberadora, porque interpreto un personaje que no es una cantante, sino una camarera traficante de drogas. Y yo llego, hago mi trabajo y dejo que los demás hagan el suyo.
¿Le resultó difícil actuar ante las cámaras o fue algo que surgió de forma natural?
Fue algo bastante natural para mí. Desde que era niña siempre he querido actuar. Participaba en todas las obras de teatro de la escuela. Hubo una época en la que quise volver a estudiar, simplemente para mí. No era el momento ideal, porque estaba en una relación y no era demasiado libre. (Estaba casada con el presidente de Sony, Tommy Mottola, de quien se divorció en 1998.) Pero pensé que tenía que hacerlo por mí misma, para mantener mi estabilidad mental. Y empecé a estudiar Interpretación. Mi profesora me ayudó mucho, me hizo sentir más libre como persona y ayudándome a dejar de bloquear mis emociones. O sea que, hiciera o no una película, estudiar Interpretación ha sido una experiencia reparadora, porque buscas distintas cosas en tu interior y te analizas. Es terapéutico. Me da paz interior.
Seguro que ha tenido ofertas del cine antes de esta. ¿Se arrepiente de no haberlas aceptado, de haber esperado hasta ahora?
No. Fue sencillamente que a la gente le costaba entender que yo sólo quería un papel secundario, o trabajos de tono independiente. Me veían como Mariah, la cantante.
Hace 11 años que grabó su primer disco y a sus 31 años ya la llaman diva. ¿Le molesta? ¿Le halaga?
Creo que el mundo sería un lugar mejor si no hubiera etiquetas, pero este es el mundo en que vivimos. Yo, de verdad, no puedo preocuparme por esas cosas. ¡Son tan estúpidas!
¿Se siente más libre ahora que es una artista mundialmente conocida?
En mi primer álbum me dijeron: “Necesitamos otra canción pop,” y yo escribí “Love takes time,” que fue número uno, aunque no es una de mis favoritas. La escribí porque querían otra canción pop. También al principio me vi rodeada de productores que me hicieron perder parte de mi identidad. Creo que estoy mucho mejor ahora, produciendo mis propios álbumes.
¿Cómo ha cambiado usted, profesional y personalmente, desde ese primer álbum?
De alguna manera, aún soy esa chica insegura, que vino de no tener dinero y de un origen familiar muy extraño que creó muchas de estas inseguridades que tengo. Creo que no he acabado de perder este aspecto y me parece que por esa razón trabajo tan duro. Pero ahora mismo me siento con mucho más poder, he crecido como persona. He aprendido a estar en contacto con mis sentimientos. Y debo decir que gran parte de todo esto tiene que ver con la experiencia de haber estudiado Interpretación y haber aprendido por mi cuenta. Me ha hecho lo suficientemente fuerte como para superar muchas cosas. Me metí en esta profesión porque me gustaba cantar y escribir canciones, pero no sabía nada de todo lo que implicaba. Ahora, sigo cantando y componiendo, pero también me encargo de muchos asuntos de negocios, que no es que me guste pero sé cómo hacerlo.
Empezó su carrera cuando era bastante joven. ¿Cree que se ha perdido la “vida normal” que la gente corriente tiene?
Sí, pero nunca he tenido una vida como la gente normal, porque vengo de una familia de mezcla racial y eso marca un poco toda tu existencia. De modo que sí, me he perdido muchas cosas, pero también he tenido muchas otras por las que estoy muy agradecida. Lamento algunos episodios, pero ¿sabe qué?, estoy convencida de que todo tiene una razón de ser y que todo lo que ha ocurrido eran lecciones que debía aprender.
Carey hace referencias constantes a su origen familiar. Su padre, Alfred Roy Carey, era negro, de ascendencia afroamericana y venezolana, mientras que su madre era blanca. El matrimonio, que vivía en una zona residencial de Long Island, cerca de Nueva York, se disolvió cuando Mariah tenía tres años, debido en parte a la presión racial que sufrían, y que incluso les costó el envenenamiento de su perro y encontrar su coche destrozado. La hermana mayor de Mariah se fue con su padre, su hermano ingresó en la universidad y ella se quedó con su madre, sin mucho dinero con el que mantenerse.
¿Cómo cree que la industria discográfica está cambiando con Internet, con Napster, con los avances tecnológicos?
Está cambiando completamente. Creo que dentro de unos años, las compañías discográficas quedarán obsoletas.
¿Lo ve usted como algo positivo?
Bueno, déjeme decirle que me gustará ver cómo quiebran algunas compañías discográficas… ¡Mejor no mencionar nombres! Pero estamos todavía muy lejos de que eso ocurra, porque la gente va a seguir queriendo tener algo que puedan tocar. A mí me gusta tener el paquete completo, las fotos, las letras…, como un objeto para coleccionistas. No sé cómo va a afectarnos a los artistas. Hay gente experta en este tema, como Prince, que es absolutamente brillante y que podría dar una conferencia sobre ello. Pero yo no soy lo suficientemente inteligente para ponerme a disertar sobre esto.
Y hablando de coleccionistas… ¿es cierto que compró el piano de Marilyn Monroe?
Es verdad. Es un piano de media cola, lacado, de color blanco.
¿Dónde lo tiene?
En mi casa, pero quiero que vaya a un museo algún día. Soy “fan” de Marilyn Monroe desde que era una niña. Era el piano de su madre. No me gustaba que estuvieran subastando sus pertenencias. No creo que sea correcto, pero como no tenía familia… Sé que el piano tenía un significado especial para ella, porque lo leí en su autobiografía. Allí cuenta “cómo rescaté mi piano” y explica que pertenecía a su madre y era una de las pocas cosas que conservaba de su infancia. Es una historia muy triste. Y ahí está, en mi apartamento. No me atrevo a tocarlo. No quiero ni afinarlo porque perdería su esencia.
Entre tanto viaje, ¿a qué lugar llama usted “casa”?
Mi nuevo apartamento en el sur de Manhattan. Soy de Nueva York y ese siempre será mi hogar. Pero hay algo especial en los lugares próximos al agua. Me dan sensación de calidez. Cuando no tenía el apartamento, cualquier sitio cerca del agua lo consideraba mi hogar. ¡Hasta el mismo océano!
¿Qué habría hecho con su vida profesional si no hubiera podido ser cantante?
Seguiría cantando, donde fuera, en la ducha… Desde que tenía 14 años he estado haciendo casetes de “demos” para la gente. Creo que de alguna manera seguiría haciéndolo. Tal vez trabajaría en una radio. ¡O sería peluquera!