“Estoy Tratando De Experimentar El Amor, Porque He Tenido Una Vida Sentimental Muy Protegida”

Es la cantante femenina más vendida de la década: 90 millones de discos. Es una menudencia de origen afrohispano e irlandés, y educación urbana y pobre en Nueva York. Es una historia de hadas. Estuvo casada con el gran jefe de la multinacional Sony hasta que se hartó y le dio por el hip-hop y el amor que no había descubierto. Ahora cotiza alto en la prensa rosa, que persigue su idilio con el cantante Luis Miguel.

La Revista Magazine
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La Revista de El Mundo (ES) April 25, 1999. Text by Elena Pita.

Montamos en el coche y Mariah se limpia por encima con su toallita antifans, húmeda. Y respira agitada como después de un susto. El susto que se lleva cada vez que le montan una gala o similar. “Son encantadores. Mira qué mona…” y “¡cuidado!” le grita al chófer. Un descuido y zas, te llevas tres fans por delante. Mariah es tierna con sus fans, debida. “Pero qué les voy a hacer…”. Por ellos sí, si les dejas, ya se sabe. El fan toca, aplasta, come y muerde. Lo que sea por la posteridad. Mariah se retoca del achuchón con sus polvitos Chanel. “Pregúntale si podemos parar a coger una coca-cola” (que le pregunte al chófer). “¿Tú no quieres nada?”.

Autovía Granada a Jaén. Nos sigue un séquito de cinco coches con personal y seguridad, y nos preceden otros tantos con coristas, bailarines y más personal. Mariah viaja agarrada a su anatómico casete. Suena Erika Badu o similar, música urbana. Nueva York cruza veloz los olivares altivos.

Mariah Carey sería María Núñez si su bisabuelo de Venezuela no se hubiera cambiado el nombre al llegar a los Estados Unidos. Dura emigración hispana que luego emparentó con remotos hijos de África. Pero es Mariah Carey, neoyorquina, con suave acento a Manhattan y perfume de flor dulce.

Cuentan su cuento como el de una Cenicienta, pobre niña haciendo coros pobres en Broadway, sirviendo pizzas, bebidas y souvenirs en Times Square. Y una noche, una fiesta, alguien coló una pobre grabación de Mariah en la limusina del boss: el gran Tommy Mottola, presidente de la Sony, que quedaría mágicamente prendado de la chiquilla. Regresó a la fiesta, claro, como buen príncipe: la desposó y divorció, y entre medias transcurrieron ocho años y ocho discos. Mariah Carey es la cantante femenina más vendida en una sola década de la historia: “90 millones de discos en los 90.” Escucha la cifra y se queda como si nada. No quiere ser estrella. Quiere ser la niña de la foto de su último álbum (Butterfly): Mariah niña y Mariah Carey sobre la arena de la playa. La misma.

Mientras ella cuenta me pregunto por qué las estrellas no se quitan las gafas negras cuando te hablan. Mariah en el coche tumbada sobre un cojín, descansa el cuerpo de los golpes del viaje: Amsterdam, Granada, Jaén, Granada, París. Tres galas, diez minutos por gala, miles de fans, millones de dólares por gala. Ha venido a Jaén a promocionar el single “I still believe” en el show-concurso de miss España. Lo de las misses quizá ni lo sepa: graba sin público. Luego su madre le espera en París, aunque los paparazzis fotografiarán a su madre transformada en Luis Miguel, el baladista mexicano multiventas que enseña a la niña las cosas del amor.

Amsterdam de nuevo, Londres y algún lugar de Alemania. Al final del trayecto, Irlanda: Mariah dice que ni ella ni mamá conocen la tierra de sus antepasados maternos.

¿Se siente muy diva, con tanto ajetreo a su alrededor?
No me siento diva. Ya sé que es una forma rara de vivir, es duro explicarlo, tres países en un misma día y todo este jaleo… Pero a la larga las cosas tienen una coherencia. Bueno, me siento más normal cuando puedo quedarme en casa y rondar por ahí en pijama, es verdad.

¿Considerarse una estrella es más una cuestión de personalidad que de éxito?
Creo que sí. Yo le tengo mucho respeto a esas cosas, porque una vez que te consideras a ti mismo de ese modo… pierdes la cabeza. Hay circunstancias que te obligan a aislarte como si fueras un ser diferente, porque tienes que protegerte. Ahora mismo, cuando atravesé esa puerta, me hubiera gustado pararme y ser amable y hablarle a todo el mundo, pero la gente empieza como a tocarte, a tirarte del pelo y cosas así, entonces es cuando tienes que comportarte como una estrella, sentirte aparte. Pero en la medida en que puedo, a mí me gusta relacionarme con los fans.

¿Es cierto que aún le sorprende escuchar sus canciones en la radio?
Sí, todavía me sorprendo, porque amo la música, y la radio: yo misma nunca he dejado de ser una fan.

¿Cuántos años tenía la primera vez que cantó en público?
La primera vez que actué en un espectáculo no tenía ni cuatro años, me llevó mi madre. Por aquel entonces, ella era cantante en la Ópera de Nueva York City. Representaban Rigoletto y entonces se pasaba el día repitiendo su fragmento. En una de éstas cometió un error y yo se lo dije, y reproduje las notas correctamente. Se sorprendió tanto de mi oído musical… Ahí empezó todo. Ella me ha ayudado tanto…

Tengo entendido que les gustaba ensayar en la cocina.
En cualquier lugar, pero preferiblemente junto al piano. Lo que sí es cierto es que yo robaba siempre la radio de la cocina y la escondía debajo de las sábanas de la cama. Así, cuando se suponía que estaba durmiendo, lo que hacía era escuchar música.

Supongo que para una madre sola, dedicada a la música, habrá sido bastante duro sacarla adelante y darle una buena formación. ¿Cómo se ganaba la vida?
Después del divorcio tuvo que ponerse a trabajar muy duro, a veces incluso hacía trabajos nocturnos, lo que podía. Y vivíamos en una mudanza constante, de un lado para otro, hasta diez veces cambiamos de casa. Sí, fue duro.

¿Ella tuvo que dejar la música?
No totalmente, hacía lo que podía, a la vez que trabajaba para ganar dinero. Porque, claro, la música a secas no nos daba para vivir.

Tengo entendido que fue ella quien le puso su nombre porque le pareció muy artístico. ¿Eso significa que tiene otro nombre, el de verdad?
No, no, Mariah Carey es mi nombre real: mi madre pensó que era un buen nombre para la escena. Lo que sí es cierto es que mi bisabuelo se apellidaba Núñez y cuando llegó de Venezuela cambió el nombre de su hijo por Carey.

¿Y usted nunca ha aprendido nada de su español?
No, y me hubiera encantado, pero tampoco mi padre lo hablaba porque se crió con su madre, que era afroamericana.

Mariah, en la foto que aparece en este último álbum debía de tener usted aproximadamente esos mismos cuatro años de su debut, ¿no?
Algo menos: tres.

Ah, qué mona. Y ¿a qué viene esa foto?
Bueno, pretendo decir que en la imagen de la niña y en esa otra, que es reciente, también tomada sobre la arena del mar, permanece un mismo espíritu, por encima de todas las circunstancias.

Vaya, pues es cierto que tiene usted cierta imagen infantil, de inocencia.
¿Sí? (se alegra moderadamente), eso me gusta.

La infancia debe de ser algo realmente tierno en su memoria.
Lo es.

Pese a que, según sus propios comentarios, durante la niñez se sintió diferente por el color de su piel.
Me sentía diferente porque mis padres eran de distintas razas, y esto en América es duro, porque todo tiene que estar clasificado en categorías. La gente se cuestiona: a ver, si tú perteneces a esta categoría por qué tienes un aspecto diferente. Es difícil mantenerse en un territorio intermedio, o ambiguo.

¿Todavía le hacen sentir lo mismo?
Yo me siento bien, pero creo que aún falta mucho para que la gente comprenda la diversidad.

Dicen que Mariah Carey es una mujer blanca con voz de negra, ¿le parece un comentario racista?
El público no conoce perfectamente mis antecedentes raciales: mi padre es medio negro medio hispano, y mi madre es irlandesa. Por tanto, cuando alguien hace una consideración de ese tipo tal vez esté pensando que yo quiero parecer más blanca que negra o al contrario. Pues, bien: lo único que pretendo es ser yo misma, nada más.

De nuevo las categorías. ¿Usted cree que podría cantar el mismo soul sin sus raíces africanas?
Lo único que sé es de dónde viene mi soul: de mis experiencias personales y mi necesidad de expresar el sentimiento de tristeza y aislamiento, que es algo que he sentido desde muy niña y que probablemente son la razón de mi existencia: la única forma de sentirme bien en tan extrañas situaciones.

Después de una infancia no demasiado fácil, el éxito le llegó de forma fulminante, siendo aún muy joven. ¿Es difícil mantener los pies en la tierra?
No, lo que es difícil es conocer el lado bueno de la vida, saber disfrutarlo y al mismo tiempo seguir siendo crítico. Aunque me gustaría ser como muchos de esos que ya no tienen los pies sobre la tierra, y simplemente piensan que la vida es maravillosa, se divierten y hacen lo que quieren: yo no puedo, tengo que seguir trabajando.

¿Qué le preocupa ahora, por ejemplo?
Ser productiva, me preocupa muchísimo.

Sus biografías no autorizadas suelen presentar a Tommy Mottola, su ex marido, como una especie de príncipe azul. Sin embargo, ¿su gran explosión no sucedió después del divorcio?
Hace dos años que me separé de él y tan sólo uno desde el divorcio y… sí, estoy totalmente de acuerdo con lo que dices.

¿Fue una especie de liberación?
Sí. Probablemente en toda relación se da un componente de control y celos, y cuando uno se dedica a esto, ese elemento se desata porque te debes al público. En mi situación fue todavía más duro, porque yo era muy joven cuando iniciamos nuestra relación, tan seria. No se trata sólo de vivir con una persona sino de colaborar muy estrechamente con ella en lo profesional: resulta difícil crecer emocional y creativamente más allá de un punto dado. No quiero dar la impresión de estar todo el tiempo hablando de esto, pero realmente me alegra ver que ahora soy capaz de crecer personalmente más allá de ese punto.

No solamente se ha convertido en una megaestrella sino que ha introducido ritmos urbanos en su música, que reclama como parte de su educación. ¿Qué quiere decir con esto?
Quiero decir que yo crecí en Nueva York, escuchando hip-hop y este tipo de ritmos urbanos. Esto que ahora se descubre en el resto del mundo, por ejemplo el rap, nosotros lo aprendimos siendo niños pequeños, a finales de los setenta.

Ya, y como la memoria es caprichosa, resulta que hasta hace bien poco lo había olvidado.
Empecé a tomar esa dirección hace dos años, pero para mí no fue un cambio drástico, sino una evolución artística hacia lo que siempre había amado. Hay gente que me acusa de haber pretendido un cambio alocado y salvaje. No: se trata de una evolución; uno no puede hacer el mismo disco toda la vida.

Parece como si alguien no le hubiera permitido hacerlo antes.
Sí, hay algo de eso, es cierto. Pero no significa que ahora sólo me interese el hip-hop o así, o que trate de cambiar de público, es simplemente la línea de mi evolución.

También es cierto que cambió su aspecto hacia algo… ¿puedo llamarle sexy?
Sí. Antes tenía que consultar a un montón de gente sobre mi aspecto. Ahora me pongo lo que me gusta, hago lo que quiero y consulto con quien me apetece. Ya no tengo que preocuparme si… oh, dios mío, mi imagen… No, el aspecto no es tan importante ni tampoco uno puede pretender estancarse en lo mismo para toda la vida. De todas formas, yo no veo un cambio tan drástico. Hay gente por ahí que parece controlarlo todo sobre mí.

Ocho años y medio, ocho compactos, 90 millones de copias vendidas… la mujer más vendida… ¿Cuál es su próximo desafío?
Estoy haciendo alguna cosa en el cine, pequeños papeles con buenos directores, el primero es en una película que se estrena este verano, The bachelor. Y tengo un gran proyecto con Kate Linear, que ha escrito un estupendo papel para mí. Estoy haciendo la banda sonora y empezaremos a rodar al final del verano.

¿Y qué hay del amor?
Ah, estoy tratando de experimentar, porque no he tenido demasiadas relaciones, he tenido una vida romántica muy protegida. En el college tuve algún noviete, nada serio, y lo siguiente fue casarme con Tommy cuando todavía era una jovencita de 19 años. Por tanto…

¿Cuántos novios le han adjudicado desde que se divorció?
Oh, tantos… Incluso alguno que jamás he conocido.

¿Y cómo le sienta?
Me río, me parece gracioso que la gente me pregunte sobre cosas que ni siquiera han sucedido.

No es que quiera apurarla pero, ¿nunca ha pensado si le gustaría tener un hijo?
Sí, pero quiero estar segura de hacerlo bien. Tengo unos cuantos objetivos que cumplir antes, para así poder dedicarme a ello en el momento adecuado. Yo crecí con una madre sola y, por tanto, en la medida en que pueda, me gustaría tener un hijo en el seno de una relación conveniente.

Cada vez hay más mujeres que creen que se bastan a sí mismas para tener un hijo. ¿Usted opina diferente por haber sido hija de una madre sola?
Sí. Si yo tuviera que ser madre soltera lo sería, pero la verdad es que siempre he deseado tener una familia unida y por tanto voy a intentar que sea así.

¿En qué más sueña?
Bueno, ya es mucho intentar crecer como cantante, actriz y escritora.

¿Escritora?
Sí, no sólo escribo mis letras, también hago historias cortas sobre episodios que me han sucedido en la vida. Me da tanta paz…

Los últimos minutos del trayecto, Mariah se recuesta, derrengada, y su mánager, riguroso atuendo negro elegante de Manhattan, repasa los detalles de promoción. Cuando el coche pare, ya se sabe: fans, toqueteos, gritos. Me había preguntado si las estrellas se quitaban las gafas negras para dormir. Ni eso.