Ni Curro en la Maestranza, ni el duelo Sevilla-Betis, ni Enrique Iglesias, ni los atrasos y cancelaciones de Iberia, ni la lluvia (más bien diluvio) en Sevilla causaron tantos estragos como la presencia de Mariah Carey en tierras hispalenses. Creí que era una aventura, pero en realidad era la vida, aseguraba Joseph Conrad… y ¡vaya aventura!, la que tiene que padecer esta mujer, menuda, de mirada grande, boca perfecta, tranquilidad pasmosa, magnífica voz de terciopelo que tiene locos a todos sus seguidores, a pesar de que algunas malas lenguas subrayan con malicia que, más que redondeces, tiene varios kilos de más. Ella es, sin ningún tipo de exageración, la reina indiscutible del pop femenino actual. Es la voz hecha mujer. El próximo dos de noviembre sale a la venta su nuevo álbum, Rainbow.
Desde su debú en 1990, Mariah Carey ha vendido más de 115 millones de discos en todo el mundo, toda una marca increíble que la convierte en la artista femenina más vendedora de esta década. Es una Cenicienta en versión moderna. Una infancia marcada por el divorcio de sus padres — es hija de un venezolano de raza negra y de una irlandesa. Muchas penalidades económicas hasta llegar a lo más alto. Ahora, ahí arriba, parece que las nubes le impiden en algunos momentos ver lo que sucede a su alrededor. Tras un viaje relámpago Sanlúcar la Mayor-Sevilla-Sanlúcar la Mayor (120 por hora, escoltados por la Guardia Civil, rodeados por fans kamikazes, lluvia persistente y semáforos en rojo) la entrevista se desarrolla en una habitación de la Hacienda de Benazuza, en cuya puerta una ingente cantidad de incondicionales aguardan para intentar verla, ofrecerle ositos de peluche y, los más osados, pedirle un autógrafo…
Rodeada de una cohorte de guardaespaldas negros como el azabache y con cuatro ayudas de cámara, en un ambiente que recuerda al cuadro de “Las meninas” (solo falta el perro), nos recibe. Luz de velas, incienso, paredes anaranjadas, madera antigua, suelos que crujen, susurros… Mariah Carey, sentada sobre una cama de incalculables dimensiones, escoltada por un “cooler” en el que se enfría una botella de vino rosado. Pies descalzos, vestida con unos vaqueros raídos y una escueta camiseta de color verde. Desde una de las ventanas de este pequeño santuario, el sol se pone mientras que para ella el tiempo no corre (para desesperación del fotógrafo Gonzalo Cruz, que tiene desgastada la alfombra de tantas idas y venidas en lo que para él terminó en una misión imposible) …“Estoy muy cansada. Sólo he dormido una hora. He estado grabando un videoclip en Alemania…,” son sus primeras palabras.
…y para remate esto” ¿Cómo se siente tras un día como éste?
¡Qué le voy a decir! Una vez que entras en la rueda es muy difícil de bajarte de ella. Estoy cansada, pero reconozco que es mi trabajo, aunque, la verdad, me gusta más la parte creativa. La promoción es agotadora, pero también tiene algunas compensaciones.
¿De qué tipo?
No puedo vivir sin mi público. Mis guardaespaldas me indican por dónde debo ir. Me gusta desobedecerles… adoro el contacto directo con mis fans.
¿Cómo consigue sacar la energía suficiente para poder sobrellevar todo esto?
Creo que porque estoy loca.
¿Sabe que hay cariños que matan?
No creo que llegue la sangre al río. Lo único que me da miedo de mis admiradores es de que me vean como a la mujer perfecta. No lo soy.
Tras nueve años en el mundo del disco… ¿Ha cambiado mucho su vida?
Me da vértigo nada más que de pensarlo. He trabajado muy duro y también, he vivido experiencias increíbles. He crecido tanto que parezco mucho más mayor de lo que soy. Desde el punto privado encontré al hombre de mi vida y lo perdí… Mi vida es como una de mis baladas…
¿Qué valor tiene para usted la amistad?
Es lo más importante.
¿Se siente feliz?
Soy una persona con mucha energía positiva. Esta filosofía trato de transmitirla en mis canciones.
¿Cómo lleva eso que llaman ser famosa?
Creo que bien. Gracias a Dios, no me obsesiona el dinero, ni me emborracha el éxito. Me gusta hacer las cosas con cuidado y con la misma precaución que la primera vez que me puse sobre un escenario…
¿Qué le proporciona más satisfacciones cantar o componer?
Son dos tipos diferentes de sentimientos. Cantar cara a cara con el público es especial. Componer es algo eléctrico está lleno de impulsos… es magia.
¿Le gusta componer?
Me gusta. Hace tiempo que deseaba contar vivencias, emociones y plasmarlas en una canción; todo era cuestión de adquirir experiencia.
¿Qué cosas la inspiran a la hora de componer?
Compongo según mi estado de ánimo. Para conectar con el público debes sentir lo que cantas.
¿Romántica o sentimental?
Soy una romántica incurable. La música es para mí un conjunto de emociones y, de todas ellas, el amor es la más poderosamente irresistible.
Para una mujer como usted, que todo lo que toca (en su caso, canta) lo convierte en número uno, ¿cuál es su próxima meta?
Estoy dando los últimos toques a lo que va a ser mi lanzamiento como actriz. Sé que yo a tener mucha competencia y que voy a ser el blanco de los críticos.
¿Asustada?
Me siento expectante. No abandono la música, pero es un giro en mi carrera. Estoy estudiando arte dramático. Creo estar preparada para enfrentarme a este gran reto.
¿Para cuándo su primera película?
Los trabajos están muy adelantados. Con toda seguridad se estrenará en la Navidad del 2000. Además de protagonizar el filme, he ayudado a la hora de hacer el guión y la banda sonora cuenta con cuatro canciones mías. El argumento gira en torno a la vida de una chica apartada de su familia, condenada a vivir en un orfelinato y que se reencuentra con su madre…
¿Un dramón?
Tiene mucho de autobiográfico. Esta película es un canto a la esperanza.
Recientemente, Mariah Carey ha grabado un concierto junto a Pavarotti y otros grandes intérpretes en favor de los niños de Guatemala y Kosovo…
Pavarotti es una leyenda. Su voz es una de las más extraordinarias de la historia, así que me sentí honrada cuando me pidió que actuará con él. La música tiene una voz universal y como hay tantas personas necesitadas… Es un momento importante para que los artistas nos unamos no solamente para recaudar fondos, sino para concienciar a la gente de la importancia de estas causas…
En su esquema de valores qué lugar ocupa la solidaridad?
Soy una mujer solidaria. Lo más importante para mí son los niños y su futuro. En mi país tengo a mi cargo una asociación encargada de ayudar a los más pequeños con problemas de tipo familiar.
¿Cuál es su misión?
Me encanta hablar con ellos, escuchar sus preocupaciones. De niña tuve también muchos problemas, y tuve la suerte de encontrar gente amable que me llevó por el buen camino. Creo que es mi deber — lo hago con gran placer — el poder hacer yo lo mismo…
¿Qué vende más de cara a la galería un corazón roto o una vida alegre?
Los corazones rotos son para los melancólicos y las alegrías para los despreocupados. Soy de la opinión que hay que poner los pies en la tierra, pisar fuerte y mirar hacia adelante…