La Gran Superestrella De La Canción, En Su Apartamento De Manhattan

Hija de una irlandesa-americana y de un venezolano de raza negra, la mujer que a sus veintiocho años ha conquistado dos Grammy y nueve American Music Awards afirma: “Siempre me he sentido una extraña, en parte, porque pertenezco a muchas razas y, en parte por no haber tenido mucho dinero cuando era pequeña.”

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¡Hola! (ES) August 27, 1998. Text by Elysa Gardner.

“¿Quieres ver algo divertido?”, pregunta Mariah Carey desde la espaciosa cocina de su nuevo y moderno apartamento en el Upper East Side de Manhattan. Mariah se acerca a un óleo que hay colgado en la pared, enfrente de una enorme vidriera y un imponente armario del siglo XIX. La obra representa una delicada criatura alada a la que debe su nombre el último compacto ganador de varios discos de platino: la mariposa. “La descubrí cuando me mudé — dice con su voz ronca y sensual —. “Las mariposas siempre me están siguiendo dondequiera que voy.” Junto a la parte superior figura una inscripción con las palabras latinas “Levior aura,” cuya traducción sería “Más ligero que una brisa.” Pero para Mariah el cuadro “tiene algo que ver con la libertad.”

Efectivamente, la libertad ha sido un tema esencial en la historia reciente de esta superestrella de veintiocho años. En septiembre pasado, poco antes de que saliera a la venta Butterfly, la cantante anunció su separación de Tommy Mottola, presidente y director ejecutivo de Sony Music Entertainment, el hombre que la descubrió en 1989 y con quien se casó cuatro años después. Mientras la pareja, que todavía mantiene una relación amistosa, respondía a las ofertas por la mansión que habían construido y decorado juntos en una retirada finca de las afueras de Bedford, Nueva York, Mariah se puso a buscar con ahínco un lugar para ella sola. Esa búsqueda llevó instintivamente a la cantante natural de Long Island hasta la Gran Manzana.

“Recuerdo que cuando tenía cinco o seis años, mientras miraba Nueva York desde la parte trasera de un coche, pensaba: ‘Algún día viviré en la ciudad’.”

Así pues, el año pasado, Mariah alquilo tres plantas de este edificio situado en uno de los enclaves más elegantes de la ciudad. Es un hogar cómodo para la cantante, que, a pesar de su nueva situación de libertad y su inclinación por mantenerse a la última en lo relativo a la música y a la moda, también anhela seguridad y estabilidad.

“El hecho es que siempre me he sentido una extraña. Eso se debe, en parte, a que pertenezco a muchas razas y, en parte, a no haber tenido mucho dinero cuando era pequeña.” (La madre de Mariah, ex cantante de ópera, es irlandesa-americana y su padre es un venezolano de raza negra. Sus padres se separaron cuando ella era una niña. Después de eso, Mariah, su hermano mayor y su hermana mayor vivieron en diversos lugares de Long Island con su madre, que a menudo tuvo que luchar para salir adelante.)

La vida con Mottola fue diferente, según Mariah:

“Con él, indudablemente, viví en un ambiente más controlado que nunca y eso fue una parte importante de mi crecimiento. Ahora me siento más independiente y más cómoda sola.”

Eso no quiere decir que la cantante, que ha tenido el mayor éxito de ventas de la década — Carey ha vendido más de noventa millones de discos —, pase sus días en soledad. Tiene un nuevo amor, Derek Jeter, la estrella del béisbol que juega con los New York Yankees, y también ha puesto sus miras en el cine.

Para la transición de vivir en una gigantesca casa solariega a vivir sola, Carey quería un lugar amplio con ambiente hogareño. Y esta casa está claramente a la altura. Mariah cuenta:

“Me sentí como en casa en cuanto entré en ella. ¿Y saben lo que es genial? Que puedo levantarme en mitad de la noche a comer algo sin tener la sensación de que hay un duendecillo acechando detrás de la puerta. Vivir en una casa en medio del campo puede ser aterrador.”

Toques muy Personales

La cantante también ha salpicado el lugar con toques claramente personales. Por todas partes hay fotografías suyas en diferentes etapas de su vida — cuando era pequeña en la playa, de adolescente con su madre y ya adulta con Diana Ross — junto a instantáneas de sus amigos, parientes y numerosas mascotas (entre ellas su querido gato “Clarence,” ya desaparecido, y por supuesto su terrier “Jack.”

La ropa de Mariah Carey está bien organizada y escrupulosamente ordenada por colores. Pantalones, vestidos, chaquetas, minifaldas, tops, camisetas y bolsos forman más y más filas, más y más montones. Cuando vivía en la casa de Bedford, donde disponía de más espacio todavía, “era tan organizada que tenía los vestidos numerados,” dice riéndose y señalando como prueba la etiqueta marcada de una chaqueta.

Su armario revela un estilo personal orientado hacia lo original y lo ajustado, una imagen que se adapta fácilmente a su alta (1,74) y delgada figura de proporciones perfectas.

Un enorme modelo azul marino estampado con el logotipo de los New York Yankees constituye una anomalía en la colección de chaquetas de Mariah. La cantante explica tímidamente:

“El otro día fui a un partido y tenía frío, así que me lo compré allí.”

Sin hacerse mucho de rogar, cuenta la verdadera historia. Los rumores de que sale con Derek Jeter son ciertos. Le conoció, afirma, hace alrededor de un año. Su relación evolucionó a partir de una amistad y se ha fortalecido gracias a los puntos que tienen en común. “Su madre es irlandesa y su padre es de raza negra, como me pasa a mí. Nunca había conocido a nadie así y eso siempre ha sido una parte importante de mí.”

Por supuesto, como ex mujer de una destacada figura del mundo del ambiente artístico, Mariah entiende que las parejas de famosos pueden dar lugar a relaciones complicadas, sobre todo para quienes son celosos de su intimidad. La cantante comenta:

“Ya es suficientemente complicado cuando una de las personas es famosa, pero cuando lo son las dos es realmente difícil tener algo privado.”